SlowTales: El blog para los amantes de las historias

Pedro Salinas: el amor como búsqueda de la esencia

La poesía de Pedro Salinas | SlowTales

El deseo de explorar lo desconocido, ir más allá de las apariencias para descubrir la esencia del otro: a esto se refieren los versos de Perdóname por ir así buscándote… de Pedro Salinas.

Perdóname por ir así buscándote
tan torpemente, dentro
de ti.
Perdóname el dolor alguna vez.
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú.
Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
Y cogerlo
y tenerlo yo en lo alto como tiene
el árbol la luz última
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto.
Para llegar a él
subida sobre ti, como te quiero,
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo
de ti a ti misma.
Y que a mi amor entonces le conteste
la nueva criatura que tú eres.

Pedro Salinas (1891-1950), poeta de la famosa Generación del 27, traspasa los límites del espacio y el tiempo para alcanzar algo nuevo e inagotable. ¿Y dónde encontrar el impulso para hacerlo si no es en el amor?

Sí, por detrás de las gentes
te busco.
No en tu nombre, si lo dicen
no en tu imagen, si la pintan.
Detrás, detras, más allá.
Por detrás de ti te busco.
No en tu espejo, no en tu letra,
ni en tu alma
Detrás, más allá.
Tambien detrás, más atrás
de mí te busco. No eres
lo que yo siento de ti.
No eres
Io que me está palpitando
con sangre mía en las venas,
sin ser yo.
Detrás, más allá te busco.
Por encontrarte, dejar
de vivir en ti, y en mí,
y en los otros.
Vivir ya detrás de todo,
al otro lado de todo
—por encontrarte—,
como si fuese morir.

Salinas busca los aspectos más ocultos de su amada, una mujer que está lejos incluso cuando está cerca; una mujer que está ausente incluso cuando está presente. Pero, ¿cuál es el objetivo de esta investigación frenética de la mente y el alma de la mujer? La respuesta es sencilla, casi obvia: conocerse a uno mismo y unirse con el corazón, el alma y el cuerpo a la otra persona.

La materia no pesa.
Ni tu cuerpo ni el mío,
juntos, se sienten nunca
servidumbre, sí alas.
Los besos que me das
son siempre redenciones:
tú besas hacia arriba,
librando algo de mí,
que aún estaba sujeto
en los fondos oscuros.
Lo salvas, lo miramos
para ver cómo asciende,
volando, por tu impulso,
hacia su paraíso
donde ya nos espera.
No, tu carne no oprime
ni la tierra que pisas
ni mi cuerpo que estrechas.
Cuando me abrazas, siento
que tuve contra el pecho
un palpitar sin tacto,
cerquísima, de estrella,
que viene de otra vida.
El mundo material
nace cuando te marchas.
Y siento sobre el alma
esa opresión enorme
de sombras que dejaste,
de palabras, sin labios,
escritas en papeles.
Devuelto ya a la ley
del metal, de la roca,
de la carne. Tu forma
corporal,
tu dulce peso rosa,
es lo que me volvía
el mundo más ingrávido.
Pero lo insoportable,
lo que me está agobiando,
llamándome a la tierra,
sin ti que me defiendas,
es la distancia, es
el hueco de tu cuerpo.
Si, tú nunca, tú nunca:
tu memoria, es materia.

Pedro Salinas, además de poeta, fue profesor, ensayista y traductor. Su voz se distingue por una pureza emocional y una claridad intelectual que lo convierten en uno de los grandes poetas del amor del siglo XX. En su trilogía amorosa —La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1939)—, el amor no es solo sentimiento, sino una forma de conocimiento: amar es descubrir, buscar, entender al otro y, a través de él, comprenderse a uno mismo.

El amor saliniano es espiritual y carnal al mismo tiempo; no idealiza, sino que trasciende lo físico para alcanzar la verdad interior del ser amado. Su lenguaje, claro y musical, evita el artificio y prefiere la sencillez que ilumina.

La intensidad y sinceridad de sus versos reflejan también su historia personal: su relación con Katherine Whitmore, una profesora norteamericana que inspiró buena parte de su obra amorosa. Este vínculo, marcado por la distancia y la imposibilidad, convierte su poesía en una búsqueda perpetua, un diálogo con lo inalcanzable.

Así, los versos de Pedro Salinas no solo hablan del amor, sino del anhelo de totalidad, del intento de unir cuerpo, alma y palabra en un gesto que vence al tiempo y a la separación. En su poesía, el amor no se conforma con lo visible: quiere alcanzar “lo que está detrás”, el misterio último del ser.

¿Te gustó este Post? Compártelo en tus Redes Sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *