Emily Brontë (1818–1848) es una figura esencial en la historia de la literatura inglesa. Su obra, marcada por una intensidad emocional poco común, ha trascendido los límites de su época para convertirse en referente de una sensibilidad única. Su única novela, Cumbres Borrascosas, continúa fascinando a lectores de todo el mundo, y su poesía revela una profundidad poco frecuente en el panorama romántico. Hoy, en el aniversario de su nacimiento, desde Slowtales rendimos homenaje a una autora cuya vida breve estuvo profundamente vinculada a la naturaleza salvaje del Yorkshire y al poder inquebrantable de la imaginación literaria.
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ToggleInfancia entre libros y pérdidas
Emily Jane Brontë nació el 30 de julio de 1818 en Thornton, un pequeño pueblo de Yorkshire, Inglaterra. Fue la quinta de seis hermanos en una familia que más tarde se mudaría a Haworth, un lugar que se convertiría en el centro vital de su mundo. Allí, el paisaje de páramos solitarios que rodeaba la rectoría paterna marcaría para siempre la sensibilidad de Emily y de sus hermanas, Charlotte y Anne.
La infancia de los Brontë estuvo atravesada por la muerte prematura de su madre y de sus dos hermanas mayores, lo que configuró un entorno familiar de reclusión, imaginación compartida y creación constante. El padre, Patrick Brontë, pastor anglicano de origen irlandés, fomentó el amor por la lectura, la escritura y el estudio.
Un universo literario compartido
Desde muy jóvenes, los hermanos Brontë crearon mundos imaginarios donde desarrollaban historias complejas y personajes que evolucionaban con el tiempo. Emily y Anne dieron forma al reino de Gondal, un territorio ficticio donde desarrollaron crónicas y poemas durante años. Esta práctica literaria temprana les permitió desarrollar un estilo propio, íntimamente ligado a una voz poética intensa y a una narrativa marcada por la introspección.
Aunque muchos de estos escritos se han perdido, la influencia de Gondal se percibe claramente en la poesía de Emily, publicada por primera vez en 1846 bajo el seudónimo de Ellis Bell, junto con sus hermanas.
Poeta antes que novelista
Antes de ser novelista, Emily fue una poeta de voz singular. Su lírica, marcada por la soledad, la naturaleza y la fugacidad de la vida, muestra una introspección poderosa. Entre sus versos destacan poemas como:
- “Remembrance”
- “No coward soul is mine”
- “The night is darkening round me”
Estos textos revelan una autora profundamente espiritual, alejada de los convencionalismos sociales, y en contacto constante con el paisaje emocional de la pérdida y la belleza salvaje del entorno natural.
Charlotte Brontë, quien quedó a cargo de preservar el legado de sus hermanas, reconoció en la poesía de Emily una originalidad única, ajena a cualquier influencia directa de las modas literarias del momento.
Cumbres Borrascosas: una novela fuera del tiempo
En 1847, bajo el seudónimo masculino de Ellis Bell, se publica Wuthering Heights (Cumbres Borrascosas), la única novela de Emily Brontë. A diferencia de las novelas victorianas contemporáneas, el libro propone una estructura narrativa compleja, con múltiples narradores, saltos temporales y un enfoque moral ambiguo.
Los personajes de Heathcliff y Catherine Earnshaw, tan intensos como contradictorios, han generado décadas de estudios y controversias. La novela fue mal recibida por la crítica de su tiempo, que la consideró oscura y brutal, pero con el paso de los años se ha convertido en una obra fundamental del canon literario.
Elementos clave de Cumbres Borrascosas:
- El uso de la naturaleza como reflejo del mundo interior.
- El tema del amor destructivo como fuerza totalizadora.
- Una estructura narrativa que desestabiliza la percepción del lector.
- La crítica velada a las jerarquías sociales y al rol de la mujer.
Una vida retirada del mundo
Emily Brontë vivió casi toda su vida en Haworth, sin apenas abandonar el entorno familiar. A diferencia de su hermana Charlotte, que disfrutaba de cierta vida social y literaria en Londres, Emily era reservada, solitaria y profundamente introspectiva. Su figura ha sido envuelta por una especie de mito romántico: la escritora que apenas habló con nadie fuera del círculo íntimo y que escribió, casi en secreto, una de las novelas más radicales del siglo XIX.
Trabajó brevemente como institutriz y asistió a un internado en Bruselas, pero su salud y su temperamento no se adaptaron a la vida fuera del hogar. Su verdadero espacio vital estaba en los páramos, en los libros y en su escritura.
Muerte prematura y legado perdurable
Emily Brontë murió de tuberculosis el 19 de diciembre de 1848, a los 30 años. Rechazó hasta el final la ayuda médica, y su fallecimiento dejó un vacío profundo en su familia. Charlotte fue quien se ocupó de reunir y publicar parte de su poesía, y de preservar la memoria de una hermana a la que siempre consideró un genio literario.
Aunque su vida fue breve y su obra publicada escasa, la figura de Emily Brontë ha adquirido con el tiempo una dimensión mítica. Su estilo, a medio camino entre lo romántico y lo gótico, influenció a generaciones posteriores y ha sido objeto de múltiples interpretaciones en estudios literarios, cine, teatro y arte contemporáneo.
Emily Brontë en el siglo XXI
A más de 200 años de su nacimiento, Emily Brontë continúa siendo una figura profundamente influyente. En un mundo marcado por la inmediatez, su obra invita a una lectura pausada, introspectiva y emocionalmente intensa. Su visión del amor, de la naturaleza y del alma humana sigue siendo actual, desbordando las etiquetas con las que durante décadas se intentó clasificarla.